El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 558 // Viernes 17 de agosto de 2018
PROPUESTAS
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CUERPOS SAGRADOS

Pedro D’onofrio explora los límites de su cuerpo e intenta pasar las fronteras de la religión con la exposición Carnalmente divino. ¿Es fácil hablar de nosotros mismos en pleno siglo XXI? escribe: luis m. santa cruz # #
Pedro D’onofrio está buscando una respuesta desde que era adolescente. La misma que todos nos hacemos al ver nuestros cuerpos cambiar, crecer y ensancharse. El eterno y filosófico “¿Qué somos?” se convirtió en una pregunta más carnal y verdadera: ¿cómo soy?
OTRA REVOLUCIÓN
La exposición Carnalmente divino es la trinchera de Pedro D’onofrio. Para él, el arte es revolución; la mejor que se puede hacer, la única que no trae violencia, explosiones o daños que reparar. La muestra se inauguró ayer en Amaru Casa Cultural, situada en el jirón Sucre 317, Barranco. Se podrá visitar hasta el martes 28 de agosto. El ingreso es libre.

Pero él sabía que eso no estaba bien visto. En un país cucufato y una ciudad conservadora, los que se atreven a enseñar el cuerpo viven bajo una persecución social aplastante. Esos rebeldes huyen de un ojo gigante que todo lo ve y que todo lo juzga.

El problema es que este rebelde no era más que un chico descubriendo lo sexual en su interior y en los demás. La extraña relación de amar y odiar el cuerpo propio, la fuerza de la atracción hacia las entidades místicas que al momento de crecer simplemente llamamos “mujeres”.

Al mismo tiempo, Pedro descubría el arte. Enrique Polanco, Sérvulo Gutiérrez y Fernando de Szyszlo tocaban a su puerta para recordarle que estas preguntas sobre el físico podían tener una respuesta sobre los lienzos y no un veredicto científico.

Hizo las maletas y decidió viajar a un mundo en el que el cuerpo desnudo siempre fue motivo de admiración por las mentes más adelantadas. Se obligó a estudiar Artes Plásticas en Europa y consiguió una beca para Italia, donde ingresó en la Academia de Bellas Artes de Turín. Como se lo imaginaba, todo allí resultaba distinto.

FLUJO NATURAL

En el Viejo Continente, la naturalidad al momento de hablar de lo sensual y lo erótico fluía en las clases, pero también en la conversación cotidiana. No era el morbo o las risas nerviosas que aparecen en esos diálogos cuando se discute en tierras limeñas, era un interés intelectual. Una fascinación casi religiosa y que serviría posteriormente de inspiración.

El problema es que este rebelde no era más que un chico descubriendo lo sexual en su interior y en los demás.

D’onofrio revaloró, además, la imagen de su país. A pesar de hablar con cierto desgano por las limitaciones culturales que encuentra en el Perú, con la distancia observó sus tierras con la fascinación del extranjero. Los europeos quieren saber más, por no decir que quieren saberlo todo. Se emocionan al escuchar el folclor, se entusiasman con el arte andino y los más aventureros se maravillan con las posibilidades del ayahuasca. Todo esto lo alimentó lo suficiente para volver a armar las maletas y regresar con la mente más clara y varias pinturas debajo del brazo.

ELOGIO CONCRETO

Así nació Carnalmente divino, una muestra de ocho trabajos inspirados en el elogio al cuerpo y lo controversial que puede ser venerar la sexualidad. A esto se suma el aspecto espiritual ya que las figuras femeninas retratadas son mujeres que fácilmente podemos identificar como santas locales.

“No es una falta de respeto”, es lo primero que dice, imaginándose las posibles quejas que tarde o temprano llegarán. Y es más que una protesta contra una iglesia que suele censurar manifestaciones sobre lo sexual. El artista defiende que el orgasmo es lo más cercano al nirvana y el nirvana es lo más cercano a Dios. Y si aun así lo catalogan como pecador, no se arrepiente: “Mi pecado lleva algo de esperanza y de belleza”.

Desde su fortaleza de la soledad invita a los demás a que tomen el asunto como una iniciativa personal. Propone que los escritores y poetas también hablen del cuerpo y se sumen a su rebelión contra los que creen que el cuerpo es un escándalo en pleno 2018.

“Hay que liberar mentes”, sintetiza Pedro D’onofrio, rodeado de ocho mujeres que hoy, efectivamente, son más libres y, sobre todo, más divinas.