El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 561 // Viernes 7 de setiembre de 2018
TENDENCIAS
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HEROÍNA UBICUA

Cecilia Zero y su alter ego en las historietas, la Chica Cafeína, nos introducen en el mundo del cómic peruano y las nuevas formas de promocionar un producto literario. escribe: luis m. santa cruz # #
No es un ave ni un avión, pero igual parece volar por los ambientes del centro comercial Arenales, ese rincón de la ciudad que alberga a los comiqueros y fanáticos de los videojuegos de todas las edades. Es la escritora Cecilia Zero, que lleva puesto el disfraz de una de sus principales creaciones, una heroína a la que los mortales conocemos como la Chica Cafeína.

Pasea entre las figuras de colección y las historietas, posando como los héroes griegos de la antigüedad que inspirarían a ídolos modernos como Superman. Y la autora sabe que su poderosa amiga de vestuario colorido puede aspirar a tener un espacio en ese panteón. Aunque a pesar de sus poderes, necesita tomar aire y escansar.

ORIGEN SECRETO

Se quita el antifaz y ahora es más Cecilia que una luchadora contra el mal de la misma forma en que el Hombre de Acero se quita las gafas para transformarse en Clark Kent. La autora es más tímida que su contraparte de la ficción y lo primero que deja en claro es que, como artista, sigue aprendiendo.

Siempre fue fanática de las viñetas, aunque se dedicó a la narrativa convencional, habiendo publicado seis novelas de diferente temática, pero alejada siempre de las mallas y los superpoderes. Hasta que decidió arriesgarse y lanzarse a la batalla, coincidiendo con una beca para un taller sobre el tema que brindó el escritor Hernán Migoya. Algo que Cecilia tomó como una señal.

EN VITRINA
En su incursión en la reciente Feria Internacional del Libro de Lima, a la Chica Cafeína los adultos se le acercaban curiosos y los niños jalaban de su capa. Ambos grupos etarios estaban fascinados con la idea de que un personaje escapara del papel para saludarlos. Chica Cafeína y El club de las historias espeluznantes, la más reciente publicación de Cecilia Zero, se encuentra en las librerías El Virrey, Communitas, SBS y Akabane Comics.

Terminar ese curso le dio el valor necesario para profundizar en este mundo, sobre todo en la producción, edición y las ferias en las que se promueve el noveno arte. Eso fue acompañado de una inversión destinada a comprar cómics de todo género y lecturas relacionadas con la historia del mismo. “No puedo escribir sin leer, no puedo crear sin entender”.

En el camino encontró varias verdades. Por ejemplo, descubrió que los creadores de cómics, los grandes nombres como Alan Moore y Grant Morrison, provienen de circuitos intelectuales en los que prima el interés por la psicología y la filosofía. Y porque no todo es bonito, también se dio cuenta de que en el Perú la industria está en pañales y, para colmo, a veces abunda la mala onda y la crítica destructiva. Pero a ella le resbala porque se define como “rebelde y malcriada”, forrada con la experiencia del hábitat literario que puede ser más cruel que el peor de los villanos.

Cecilia Zero confía en su locura y la usa como principal herramienta para llevarle sus historias a los lectores. Sabe que ya no basta que los libros se impriman y se pongan en las vitrinas, ya que las distracciones digitales hacen que la gente ya no observe a su alrededor. Los nuevos escaparates son Facebook e Instagram y la mejor publicidad es envolverse –literalmente– en la personalidad de la Chica Cafeína.

REINO POSIBLE

El cosplay, la representación artística que se ha masificado en el Perú en los últimos años en la que uno se disfraza de algún personaje popular, fue la herramienta predilecta de la escritora. Varios visitantes de la última Feria del Libro se cruzaron con la heroína, que los invitaba a acercarse al estand donde se ofrecían sus textos y se tomaba selfis que terminarían en alguna red social.

Zero repite esto en todos los eventos en los que haya cómics de por medio porque ha entendido que el marketing ahora es transmedia y de múltiples plataformas. Aunque no niega que la primera vez que vistió los colores representativos de su amiga voladora tuvo muchos nervios ya que ni siquiera de pequeña, en las noches de Halloween, hizo algo parecido. Ese miedo no duró nada al ver que más gente se interesaba en sus aventuras al poder conocer a la poderosa muchacha en vivo y en directo.

Es muy pronto para pensar en el fin de la Chica Cafeína, tanto de forma editorial como en una noble muerte dentro de la ficción. Y es que todavía le quedan muchas anécdotas por contar. Ella disfruta mucho de ser una voz femenina en el falso reino de los superhombres. Hay un gran goce en la oportunidad de ser una figura con la que varias chicas, más allá de la nacionalidad, pueden identificarse. Hay una bonita satisfacción que solamente conocen aquellos que están destinados a volar más rápido que una bala.