El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 563 // Viernes 21 de setiembre de 2018
TENDENCIAS
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OLA CRÍTICA

Los surfistas peruanos María Fernanda Reyes y Piccolo Clemente profundizan en los desafíos que rodean a su deporte, mientras recorren la ruta hacia los Juegos Panamericanos Lima 2019. escribe: luis m. santa cruz # #
Luego de un vuelo que ha durado más de nueve horas, María Fernanda Reyes solo quiere irse a la playa Makaha. Extraña esa infinidad de piedritas frente al mar que le dan vida a su rincón favorito de la ciudad.
VOLUNTARIOS
Los surfistas invitaron al público a sumarse al Programa de Voluntariado, un grupo de apoyo que asistirá en todo el proceso de la organización de los Juegos Panamericanos Lima 2019. Las inscripciones se podrán realizar a través de la página oficial www.lima2019.pe, donde figura también los requisitos y condiciones para llevar adelante esta cooperación.

Viene de surfear en un torneo de California, donde quedó en el top cinco en el balance mundial. Estuvo en una de las ciudades que moldeó su disciplina, pero ella necesita su espacio familiar. Un lugar que le trae recuerdos de tiempos más humildes en los que se enamoró de la tabla.

NIÑA EN EL MAR

Es su día de descanso antes de darle con fuerza a su entrenamiento para los Juegos Panamericanos del próximo año, pero aun así decide ir a Makaha. No va a meterse al mar porque está demasiado bravo, aunque lo mira desde la orilla, a una distancia razonable. Coge los recuerdos que pasan volando y la imagen que se queda en su cabeza es la de una raspadilla cargada de historia.

Su mamá solía vender ese dulce a los visitantes de la playa, casi todos surfistas en proceso de aprendizaje y glorias ya reconocidas. María Fernanda la acompañaba y veía de lejos a esos hombres que corrían hacia las olas cargando enormes instrumentos planos, hechos de resina. La niña jalaba del brazo a su madre, le preguntaba si podía comprarle una de esas tablas y la respuesta siempre era la misma: “Están muy caras, hijita”.

Pero ella igual se metía al mar con lo que podía, con lo que tuviera a la mano. Su talento hizo que los surfistas que entrenaban en el lugar y algunos socios del club privado cercano se solidarizaran con su entusiasmo. Le regalaban tablas, wetsuits y otros elementos obligatorios para que, así, pudiera considerarse a sí misma como una tablista. Gracias a eso, ahora puede competir en las playas más importantes, en Malibú. Pero sabe que no es una situación justa para todas las otras niñas que no tuvieron ni tendrán esta suerte.

Las cosas han ido cambiando, de forma paulatina, como todas las transformaciones reales. Reyes reconoce que hay más apoyo por parte de las empresas privadas y el Estado, que buscan facilitar el proceso de los deportistas más allá del apellido o la billetera. ¿Es suficiente? No lo sabe, pero se limita a seguir surfeando, con la esperanza de inspirar a una niña que será su reemplazo algún día. Lo dice con seguridad, porque ella ya estuvo en ese lado de la playa y sabe que las heroínas son necesarias.

CONCIENCIA MARINA

Una de las figuras que ha inspirado a María Fernanda ha sido Piccolo Clemente, reconocido campeón de surf que fue su maestro y ahora es su amigo, compañero recurrente en competencias. La acompaña en Makaha, física y emocionalmente, porque comparte esa mirada crítica hacia las desigualdades. A pesar de que él no pasó por las desventajas de su colega, reconoce los privilegios que ostenta. “Debería ser imposible ser surfista y no tener conciencia”.

Ella necesita su espacio familiar. Un lugar que le trae recuerdos de tiempos más humildes en los que se enamoró de la tabla

Para Piccolo, el tema va más allá del acceso económico. Admite que el surf ha sido un ambiente donde primaban las desigualdades según el género, etnia y color. Y desde afuera, ha reinado el prejuicio de que todos son vagos, relajados que intercalan la tabla con la droga.

Pero él ha sido parte de la generación que buscó el cambio, que prefirió profundizar en las relaciones humanas dentro de este entorno. Propone algo tan simple como el diálogo para solucionar un problema que la misma comunidad ha creado.

Y conversar tal vez no sea suficiente, no hay que negarlo. Así que se concentra también en entrenar para los XVIII Juegos Panamericanos, porque está convencido de que el legado del futuro es clave para cambiar los errores del pasado.

Alterna su preparación física con su vida personal y la búsqueda de la “ola mágica”, la ola perfecta que podría aparecer en julio del próximo año a favor de los colores patrios, a favor de María Fernanda y de esos niños que, frente al mar, se decidirán tarde o temprano por tomar una tabla y enfrentar a ese gigante llamado océano.