Lisa es una muchacha enamorada de Colás, un joven granjero de buen corazón. Simone, la madre de Lisa, sin embargo, lo rechaza por su origen humilde. Viuda ambiciosa, Simone planea, junto con Thomas, propietario de un viñedo y padre de Alain, el matrimonio de sus jóvenes hijos. Pero Lisa, la niña traviesa, no se muestra en absoluto interesada. Tan antiguos como el hombre mismo, los relatos de amor y desamor conmueven o inspiran, independientemente del soporte artístico que les da forma.
El reto es hacer una buena parodia de una mujer de pueblo y no parecer simplemente un hombre travestido
Guadalupe Sosa, asistente de dirección del Ballet Municipal de Lima (BML), habla de la complejidad de este montaje y resume la esencia de cada acto. Sin evitar sonrisas de aprobación y un gesto de notoria complacencia, afirma que la obra se resume en tres palabras: triunfo del amor.
“En este tipo de obras podríamos considerar que hay menos preocupación por la danza –explica Guadalupe–, los bailarines han requerido de una preparación muy compleja pues necesitaban perfeccionar la interpretación y la mímica. Es una obra diferente, no es el ballet convencional que el público está acostumbrado a ver, sin embargo, la gente lo va a entender muy fácil, es una comedia muy divertida”.
Ambientada en el campo, la segunda parte de la obra es una seguidilla de travesuras protagonizadas por Lisa y Colás. Alain, el acomodado pretendiente de Lisa e hijo de Thomas, baila con la joven; pero Colás interviene y ella muestra claramente hacia quién va dirigida su preferencia.
El bailarín Rodrigo Blanco interpreta al personaje de Colás. Es la primera vez que da vida al joven granjero enamorado, sin embargo, su vasta experiencia como actor principal resuelve la mitad del desafío. “Todos los papeles protagónicos tienen su complejidad –comenta–, el bailarín debe mimetizarse con el personaje. Esta obra reúne un conjunto de cosas que, vistas desde la butaca, parecen fáciles, pero en el fondo no lo son”. En el ballet hay mímica, actuación y danza, tres elementos que los bailarines deben combinar en dosis exactas para garantizar una función redonda.
“Esta obra es un desafío porque hemos tenido un tiempo de preparación de un mes y medio, aproximadamente, y solo dos personas de la compañía la conocían. Todo va evolucionando, los bailarines evolucionan, hay otros trucos, los pasos de baile se pueden modificar para lograr algo más llamativo, la parte de interpretación también ha crecido”.
Con el fin de concretar el compromiso entre Lisa y Alain, el notario del pueblo llega a casa de la viuda Simone, sin embargo, grande será la sorpresa de todos al descubrir a Lisa y Colás en la habitación de la muchacha.
El bailarín Francisco Rivas tiene recién un año en la compañía del BML. Pero esa corta pertenencia no ha impedido que asuma, en esta temporada, uno de los papeles más complejos de la obra: la viuda Simone. “Como artista del ballet, el reto principal es hacer una buena parodia de una mujer de pueblo y no parecer simplemente un hombre travestido. Es un proceso muy complejo, desde la caracterización, entre maquillaje y peluca, hasta el manejo de utilería en el escenario, porque la obra tiene un corte teatral”.
En cada temporada, hay una función gratuita, pensada para responder a la necesidad de construir un público fidelizado con el ballet. En total, 700 butacas de color granate se ponen a disposición sin costo alguno para los asistentes. En esta ocasión el Teatro Municipal abrió sus puertas el 20 de setiembre, para presentar La Niña Traviesa. El ingreso se realizó de manera libre y por orden de llegada.
Guadalupe Sosa considera importante la promoción de funciones gratuitas porque hay gran interés del público limeño por venir al teatro, sin embargo, muchas familias se limitan por el precio de las entradas. “La gente se divierte mucho, la cola es inmensa y, en ocasiones, hay gente que se queda afuera. Se entregan tiques de acuerdo con el aforo del Teatro Municipal, sin embargo, no todos logran ingresar, por eso en ocasiones se opta por poner una pantalla en el patio exterior, para que nuestro público se siente a ver la función, aunque el clima no siempre ayuda. Para nosotros es muy satisfactorio que se impulsen estas iniciativas, es una emoción muy grande cuando la gente aplaude”. Baja el telón.