El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 565 // Viernes 5 de octubre de 2018
DIÁLOGOS
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NOSOTROS LOS TEATRISTAS

En el mundo del teatro, entre éxito, figuración y reconocimiento, existe una pequeña gran distancia difícil de recorrer cuando el ego domina a la disciplina. Leonardo Torres Vilar reflexiona sobre estas y otras dimensiones del teatro. ENTREVISTA: CÉSAR CHAMAN # #
Prefiere llamarse ‘teatrista’, y no ‘actor’, como concepto amplio para describir a la gente que vive de y para el teatro. A sus 48 años y con una larga carrera sobre las tablas y en los sets de televisión, Leonardo Torres Vilar disfruta también de su faceta de profesor de actuación, una posición que le otorga panorama para analizar la situación y los desafíos de una actividad donde el ego compite con la necesidad de disciplina y el compromiso.
EN TEMPORADA
En un pequeño pueblo en medio del bosque siberiano, Valentina ama en silencio a Vladímir, un investigador que huye de un sistema corrupto y de sí mismo. El verano pasado en Chulimsk va de jueves a domingo (20:00 horas) hasta el 28 de octubre en el teatro Ensamble (Av. Bolognesi 397, Barranco). Actúan David Barrientos, Kike Casterot, Albertina Chappa, Alonso García, Mijail Garvich, Diana Moscoso, Luciana Plenge, Julio César Soler y Miguel Soriano. Entradas: Atrápalo y boletería.
Leonardo, eres actor, director y profesor de teatro. ¿Qué habilidades evalúas en un candidato a actor?

–Creo que la actitud es importantísima. He visto a tantos actores vivir del teatro y con el teatro que, para mí, es necesario que se lo tomen en serio. El teatro requiere no solo de esfuerzo y pasión, sino también de disciplina. Ahora, tenemos un factor en contra: mucha gente acude a un taller de actuación llevando en mente una imagen engañosa que los medios han creado: el hacerse famoso, el estar bajo los reflectores, el ‘figuretismo’, por decirlo de alguna manera. Y, muchas veces, los jóvenes no saben que detrás de esa figura que sobresale hay otros cien actores que han sido las “hormigas”, pero que no alcanzan el reconocimiento de las luces. El teatro cumple una función, y esa función no es satisfacer el ego del actor.

¿Y tú explicas de inicio esa paradoja aun a riesgo de que la gente interesada decida tomar otro rumbo?

–A riesgo, no; es absolutamente necesario y agradable decirle a un joven: ‘Mira, tienes una idea de la actuación y el teatro, pero yo te comento que en realidad son otra cosa’. Es importante darle a ese joven la oportunidad de decidir: “Ah, ya, había entendido mal; entonces doy un paso al costado”. Aunque no lo creas, muchos jóvenes no distinguen teatro de televisión y cine; ven televisión y creen que es teatro. Mucha gente quiere estudiar teatro, pero no ha ido nunca al teatro. La total ignorancia no es mala, siempre y cuando el candidato esté dispuesto a aceptar que es ignorante y que quiere saber.

Hay en la actualidad una tendencia a pensar que los directores eligen una obra por el mensaje y la coyuntura, casi una manera de tomar posición frente a problemas sociales.

–No me gusta la palabra ‘mensaje’, porque es como decir ‘Esta es la verdad, esto es bueno y lo otro es malo’. Lo que debería llevar el teatro es siempre un cuestionamiento, sí. Pero si una obra te dice exactamente cómo pensar, pues peor para esa obra. Me gustan las obras en que las fidelidades de los personajes no están claras.

La obra que diriges en esta temporada, El verano pasado en Chulimsk, tiene varios niveles de lectura. ¿Cuál es el que te interesa?

–Hay dos que me motivan más. Pero tiene múltiples lecturas. Y no tengo problemas con que coexistan todas ellas. Sin embargo, siempre digo que la primera lectura de una obra debería ser simplemente la historia que te entretiene. Eso es lo que el público debería recibir: una historia que entretiene. Y que los ‘mensajes’ vengan subliminalmente, que te los lleves como cuestionamiento. En el caso de El verano pasado en Chulimsk, las dos lecturas que a mí me interesan más son el amor y la belleza.

Empleas el concepto ‘entretenimiento’ un poco en oposición a ‘primacía del mensaje’. En alguna ocasión has dicho que tampoco te gusta el ‘consumo fácil’, ¿no ves allí una contradicción?
Uno va al teatro para escapar de los problemas. Sin embargo, el teatro solo como distracción no basta.

–No. Lo que digo es que hay varias lecturas de una obra y que la primera, la que debe satisfacer a todo el mundo, es la historia que te entretiene. Pero el teatro no puede quedarse solo en la historia. Si una obra, después de entretenerte, hace que regreses a casa y discutas con alguien sobre quién tenía la razón, entonces ya no fue solo diversión. Ya sembró, sin que te dieras cuenta, una pregunta. Ahí cumple su ‘chamba’ el teatro. Ahora, si tú le dices a alguien ‘Oye, ven a ver esta obra que te va a plantear un cuestionamiento importante’, ¿quién va a ir? Nadie, nadie quiere problemas. Uno va al teatro para escapar de los problemas. Sin embargo, el teatro solo como entretenimiento no basta.

Eres crítico con la idea de un supuesto boom del teatro. ¿Te mantienes en esa posición?

–Podría decirte que hay más espectáculos y más gente que se dedica al teatro, pero el número de gente que va al teatro sigue siendo el mismo. En este enclave Barranco-Miraflores-San Isidro digamos que hay 10,000 personas que van al teatro: antes tenían 10 obras disponibles y ahora tienen 20. Pero no aumenta el número de espectadores.

¿Y cómo se resuelve esa situación?

–Ah, ese es el reto que tenemos nosotros los teatristas; la gestión de público es nuestra gran deuda. Pero, ojo, hay gente que está haciendo cosas importantes, los teatros grandes llevan mucha gente. La pregunta es cómo hacemos para que esa gente que va a ver un espectáculo musical muy luminoso también esté dispuesta a ver un espectáculo con menos publicidad.

¿El precio de los boletos es un impedimento?

–Sí, sin duda alguna. No tenemos ayuda de nadie. Sería maravilloso que hubiera una compañía nacional de teatro que hiciera obras grandes, con una bella producción y que la entrada costara 10 soles, 5 soles. Creo que la gestión de público tiene múltiples niveles. Y las empresas teatrales tienen que encontrar la forma de abrirse manteniendo su respetable modelo de negocio. Y que parte de su chamba sea la extensión social, que el teatro pueda llegar a más gente, eso sería interesante. Es idealista, pero…