El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 565 // Viernes 5 de octubre de 2018
ARTISTAS
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VERSOS EN UN PINCEL

El pintor Elio Burgos Vargas ha hecho de la naturaleza, el paisaje y las costumbres de Cajamarca la fuente de inspiración para su obra pictórica, una propuesta impresionista que se distingue por la poética de lo sencillo. ENTREVISTA: manuel chávez R. # #
Por su aporte a la pintura, pero también por su constancia y destreza para trasladar el encanto de lo cotidiano a los trazos de sus cuadros, el pintor Elio Burgos Vargas se ha hecho un lugar propio entre los artistas cajamarquinos más apreciados en su región. En ese grupo destacan José Sabogal, Mario Urteaga, Camilo Blas y otros pintores cuyo aporte enriquece la diversidad de la plástica.
HOJA DE RUTA
Elio Burgos nació en la provincia cajamarquina de San Pablo, el 5 de abril de 1947. Estudió la primaria en el Centro Educativo Nº98, donde uno de sus maestros –el profesor Manuel Rodríguez– supo captar las primeras señales de su talento artístico. Estudió la secundaria en la gran unidad escolar José Andrés Rázuri de San Pedro de Lloc y siguió educación superior en la escuela normal superior Victorino Elorz Goecochea (Cajamarca), donde se graduó como profesor de educación primaria con una tesis sobre la pintura.

Nació en 1947 y ha pintado desde que tiene uso de razón, motivado por los elementos –materiales y simbólicos– que ofrecen la naturaleza y la gente. En calma, los lienzos de Burgos buscan conjugar la paz del paisaje cajamarquino con el verdor de sus campiñas; el fondo de sus robustas montañas con los mágicos matices de la tierra; cielos celestes, tropas de nubes blanquecinas y las variadas costumbres del ser cajamarquino.

MOTIVOS

Burgos Vargas es un autodidacta. Desde sus ancestros, el arte se expresa en su familia por medio de la poesía, la música y la pintura.

Bodegones. Mates repletos de sabrosas tunas, chirimoyas, aguaymantos y capulíes. Vendedoras de flores en ramos apretujados. Un camino que se pierde en el horizonte. Una pastora que guía sus animales en el ocaso del día. Campesinas que preparan chicharrones y cuyes en tiestos y pesados peroles. Ropa tendida dando la apariencia de una danza al compás del viento. Chunchos tomando la sagrada bebida de jora. La alegría incomparable del carnaval. La promesa del amor imperecedero. La siembra y la cosecha. Madres fatigadas. El fuego lento que se aviva bajo una olla humeante. Son solo algunos de los motivos que alimentan el espíritu creativo de Burgos.

Cuando habla de sus cuadros, el pintor detalla sus intenciones: concentrar la expresión del campesino cajamarquino, de la naturaleza y de nosotros mismos, del tiempo que va cambiando y que se vuelve incomprensible por el avance de la tecnología.

CON SENSIBILIDAD

Como todo artista, Elio Burgos es hipersensible. Sus amigos y quienes aprecian el arte lo llaman “El poeta del pincel”, un apelativo que él acepta con humildad. Los críticos, entre tanto, ubican su propuesta dentro del impresionismo y sus cuadros son de estilo costumbrista.

En calma, los lienzos de Burgos buscan conjugar la paz del paisaje cajamarquino con el verdor de sus campiñas.

A primera vista pareciera que tratamos con un personaje de carácter adusto y serio. Pero Burgos es un individuo afable, lleno de sentimientos que expresan un amor especial por lo cotidiano y por la identidad del pueblo cajamarquino.

En cinco décadas de trabajo, ha pintado más de 400 cuadros. “Pero el de mi madrecita, el jardín desaparecido y el portón vetusto, por su carácter emocional, no podría venderlos nunca –explica el artista–; no tienen precio, los voy a conservar hasta el final”.

PARA TODOS

Su pintura es sencilla y simple; no compite con la difícil complejidad de la pintura abstracta, con el juego de perspectivas del cubismo ni con la intensificación colorida del fauvismo. A Burgos lo entienden todos, desde el más humilde hasta el más culto; los niños, los adultos y los jóvenes; los profesionales, los estudiantes; los hombres y las mujeres, el campesino y el morador de la ciudad.

Con justa razón, Gregorio Díaz Izquierdo, otro cajamarquino insigne, dijo en una oportunidad “Les presento a Elio Burgos, pintor peruano”, una introducción sin más adorno que la procedencia de un artista de pueblo.

Por la trascendencia de su pintura y la importancia de su aporte a la cultura regional, Burgos merece no uno sino varios homenajes. Pero él, a sus 71 años, solo pide a Dios que le dé más años de vida, un tiempo extra para seguir pintando.