El Peruano
Año 108 // 3ª etapa // 567 // Viernes 19 de octubre de 2018
ESCENARIOS
# #

UN REY BAJO PRESIÓN

El actor Juan Carlos Rey de Castro encarna a Bertie, el monarca tartamudo en El discurso del rey. Ocasión idónea para conversar sobre los desafíos actorales y la necesidad de otorgar una voz a gente a la que nadie escucha. escribe: césar chaman # #
Un manual para tartamudear. El actor Juan Carlos Rey de Castro comenzó a buscarlo en Internet cuando le confirmaron que tendría el papel protagónico en El discurso del rey, el texto de David Seidler que relata las circunstancias del inesperado ascenso del príncipe Alberto de York al trono británico, en 1937.

Para caracterizar a su personaje, Rey de Castro necesitaba trabajar la tartamudez del tímido príncipe Bertie, aquella dificultad que –junto a otras– hacía dudar a la nobleza de Buckingham sobre la idoneidad de su entronización, en momentos en que Inglaterra debía enfrentarse a los apetitos de Hitler. El actor buscó, entonces, instrucciones para tartajear con realismo, pero no las encontró nunca. “Lo que había en la red eran manuales para dejar de tartamudear”, recuerda con una sonrisa.

DESAFÍO ACTORAL

A sus 32 años, Juan Carlos tiene en El discurso del rey su primera oportunidad de encarnar a un personaje histórico. Sin embargo, el desafío para él no se limita a reproducir el padecimiento de Bertie con el habla, sino que su tarea es recrear la relación de lealtad, amistad cómplice y confianza que el príncipe entabló con su terapeuta, Leonel Logue, interpretado con solvencia por Eduardo Camino.

Por si fuera poco, esta temporada en el teatro Británico es la primera que se monta en América y constituye un laboratorio para llevar la obra a otras plazas mayores del continente, como México y Buenos Aires. Más aún, del texto de Seidler se hizo la recordada película The King’s Speech (2010), ganadora de cuatro Óscar, incluyendo uno al mejor actor para Colin Firth en el papel de Bertie. “Todo eso le agrega presión a la obra”, admite Juan Carlos.

EN TEMPORADA
Ante la inesperada abdicación de su hermano el rey Eduardo VIII, el joven príncipe Bertie –afectado desde pequeño por un angustioso tartamudeo– asciende al trono de Inglaterra. Su país necesita un líder que pueda comunicarse con el pueblo. Elenco: Juan Carlos Rey de Castro, Eduardo Camino, Anahí de Cárdenas, Hernán Romero, Roberto Moll, Carlos Vértiz, David Villanueva, Anneliese Fiedler y Ricardo Goldenberg. De miércoles a lunes (20:00 horas) en el teatro Británico (Jirón Bellavista 527, Miraflores). Teleticket y boletería.
SIN SOLEMNIDADES

Son las siete de la noche del lunes y Rey de Castro llega en motocicleta, mochila y zapatillas a la calle Bellavista, en Miraflores. En la puerta del teatro, saluda con un apretón de manos al agente de seguridad, al personal de boletería y a sus compañeros del elenco en el hall del Británico. La solemnidad nobiliaria puede esperar unos minutos; la función comienza a las ocho.

A diferencia de la película, en que se vive sobre todo un drama, acá hay drama y comedia en equilibrio perfecto, comenta Juan Carlos. “Bertie es un personaje que demanda un peso escénico grande desde la forma de caminar, para que el público lo sienta con la madurez de un hombre no solo hecho y derecho sino, además, británico y particularmente elegante. Y no solo eso, sino que, además… ¡es un miembro de la realeza! La carga emocional y las características psicológicas de esta obra son las más profundas que me han tocado hasta ahorita”.

Después de sus audiciones en julio del 2017, y una vez que lo eligieron para la obra, Rey de Castro colaboró con el director Mateo Chiarella en la selección del elenco, actuando fragmentos con los distintos candidatos a los papeles principales. A Eduardo Camino –su genial contraparte en el papel de Logue– ya lo conocía de cuando estudiaron juntos en los talleres de teatro de Roberto Ángeles. “No éramos cercanos, pero poco a poco nos hicimos amigos en el proceso de ensayos –explica–. Me parece importante que entre estos dos personajes exista la química que se generó en la realidad, pues solo de esa manera logramos transmitir sensaciones al público en la platea”.

¡Tengo derecho a ser escuchado; como hombre, tengo voz!. Es una frase muy bonita, reconoce Rey de Castro.

En el deporte, Juan Carlos ha hecho prácticamente todo: fútbol, atletismo, vóley, básquet, natación. Y sabe lo que es compartir la pasión y la tensión de un camerino con gente de mayor experiencia. Eso mismo le ha ocurrido con El discurso del rey, donde actúa junto a los experimentados Roberto Moll, Hernán Romero, Ricardo Goldenberg y David Villanueva.

CON HUMILDAD

“La actitud de un artista tiene que ser de mucha humildad”, opina. Y cuando estás rodeado de gente con más sabiduría, hay que asumir la actitud de la “esponja”: tratar de absorber todo lo que se pueda, pues en la observación se aprende muchísimo. “Además, teniendo a tu lado a personas con una calidad humana tan grande, es inevitable emocionarse y estar agradecido”.

De todo el texto que le corresponde en la obra, Juan Carlos recalca una frase del segundo acto, una que resuena potente hasta la última fila del teatro Británico: ¡Tengo derecho a ser escuchado; como hombre, tengo voz! Es muy bonita –reconoce– y aplica a muchos peruanos a los que, hoy por hoy, nadie presta atención.