El Peruano
año 108 // 3ª etapa // 576 // Viernes 1 de febrero de 2019
DESPEDIDAS
# #

CANTOR DE ESTRUENDOS

El poeta Tulio Mora falleció el domingo pasado víctima de una penosa enfermedad. Nos deja una obra valiosa y ejemplar para la literatura peruana. escribe: ELOY JÁUREGUI # #
La muerte de un poeta es un hecho trascendental. Un poeta que había construido una lírica nacional basada en un país convulso atizado por varios fuegos, fermentados en su historia y sus esperanzas. Un breve pero contundente mensaje de la Dirección Desconcentrada de Cultura de San Martín decía así: “Tulio Mora, el poeta de Hora Zero, se fue con sus versos al Cementerio General, desde donde le cantará al dolor y al sufrimiento, al cielo, a la luz, al amor y al infinito. Dulces sueños, poeta”. Era la madrugada del domingo 27 de enero.

Horas antes, el poeta Fernando Obregón Rossi, a cargo de la web de Hora Zero, daba la noticia: “Tulio Mora Gago, poeta mayor de Hora Zero, acaba de emprender un viaje. Esta vez no lo veremos de retorno, pues se reunirá con Juan Ramírez Ruiz, Enrique Verástegui, Alfredo Portal, Miguel Burga, Mario Luna, Mario Santiago, Roberto Bolaño y otros más que nos anteceden en la peregrinación al origen de los sueños, lugar al que suelen ir los poetas cuando abandonan su cuerpo terrenal”. Y mostraba una foto del 2009 en el salón Hora Zero del bar Queirolo en Lima.

Y Obregón añadía: “Su prolífica y extraordinaria obra [poesía, crítica, periodismo] queda entre nosotros, en el corazón de los desposeídos y marginales del mundo, a los cuales fue dirigida. Se fue esta madrugada, tras una penosa enfermedad que llevó con silenciosa dignidad el último año. La familia ha decidido velarlo en forma íntima, según deseos del poeta. Sus hermanos horazerianos estaremos con él. ‘Aquí sobra la eternidad’, querido Tulio. Un fraterno abrazo para Tatiana Berger y sus hijos Josefa, Cristóbal y Luna. Fortaleza, hermanos”.

La muerte de un poeta es un hecho trascendental. Un poeta que había construido una lírica nacional basada en un país convulso
POESÍA NECESARIA

Para Tulio Mora, la poesía fue una necesidad humanitaria en un mundo de canallas. Nuestra historia ignominiosa, las derechas cavernarias, las dictaduras degradantes, ese Perú de barbaries. Tulio Mora fue creador de un discurso estético y particular como un gran canto nacional en el que ensambló la literatura popular y la clásica, las músicas todas, los aullidos complejos y los alaridos telúricos más intensos. Con Tulio Mora en Hora Zero, el colectivo luchó en varios frentes para conquistar un espacio que antes ni los creadores ni los artistas lo podían vivir.

En un poema en homenaje al Inca Garcilaso de la Vega, Tulio Mora escribió: “Y el placer que causa la palabra / es el dolor que causa la memoria, pero no tengo / más coartada (más mentira) que oponer / a la palabra del Poder el poder de la Palabra”. Así, siempre el referente histórico. Siempre haciendo hablar a los peruanos. En otro poema, ‘Pikimachay’, le canta a la nación doliente: “Descanso la fatiga de una vida sin culpas / bajo la negra, humosa tierra de una cueva. / Pero antes en las pampas / limpias como el ojo de la luna / fundé la memoria de este país. / Fue como cargar a un puma vivo”.

El periodista Mario Munive lo recordó así: “Conocí al poeta en San Marcos; recuerdo más de un recital nocturno en el legendario 1-A de Letras o en las pequeñas aulas que colindaban con el patio donde uno que otro integrante de Hora Zero o de Kloaka se sentaban a conversar los jueves o viernes por la noche […] Difícil que un poeta sea jefe de informaciones. (Tulio Mora lo fue en la revista Sí). No se les exige talento, sensibilidad o virtuosismo en el uso de las palabras, pero sí deben madrugar y, literalmente, ‘abrir’ la redacción. De ellos se espera eficiencia, puntualidad y, sobre todo, que estén pendientes de absolutamente todo lo que está pasando afuera...”.

“Conocí al poeta Tulio Mora antes de conocerlo, es decir, lo leí –apenas salido del colegio– en la antología del 70 realizada por J. M. Oviedo […] Me impresionó y me gustó mucho su hermoso poema ‘Retrato de Esmeralda’. Una noche me encontraba en el Wony con Marco Martos y en eso entró Tulio con su esposa (una guapa muchacha de Huánuco). Marco me lo presentó –eran amigos desde los días del Taller de Poesía de San Marcos (1971)–. Tulio, en esos días, acababa de volver de la selva amazónica del Putumayo, donde hacía trabajo antropológico con las tribus originarias. El joven poeta tenía un look hippie, quemado por el sol con abundante cabellera negra atada por una vincha tribal. Esta labor fue la base para la composición de su libro Mitología, aparecido en 1977 con una bella carátula de Jesús Ruiz Durand”, contó el poeta Roger Santiváñez.

EN HORA ZERO

Tulio Mora se incorporó a Hora Zero en 1977, en la segunda etapa del movimiento, y refiere así su vinculación con él mismo: “Viktor Sklovski decía que ‘los hombres nacen todos iguales, pero los poetas nacen de manera diferente’. Esto supone que en algún momento tu ‘historia personal’ es absolutamente singular e intransferible. A veces es posible que nunca lo sepas. O incluso que te arrepientas de ella. La poesía ya estaba instalada en mí cuando me hice poeta, de modo que seguí el camino en el que encontré a otros jóvenes reunidos en Hora Zero”.

Y hace unos meses presentamos en la FIL 2018 sus dos trabajos últimos, su libro de poemas Oncecielos y la antología póstuma de Manuel Morales, Trapos líricos. Y ya Tulio tenía que usar oxígeno y ya nosotros lo cuidábamos hasta de su sombra. Pero su obra mayor, Cementerio General, fue ese registro de los muertos nacionales y que se hizo como un canto general, allí donde sus sílabas austeras aluden al aullido trágico y ventral de nuestro país. Allí, él consolidó su poesía. El domingo murió Tulio Mora y su ternura es un poema que nos salvará de la muerte.