El Peruano
año 108 // 3ª etapa // 576 // Viernes 1 de febrero de 2019
EXPERIENCIAS
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SENSACIÓN “CANERA”

Con su ritmo, la orquesta del penal de Lurigancho propone una terapia efectiva para apoyar el proceso de resocialización de internos. Trece músicos “caneros” tranquilizan los ánimos de la población penal y promueven el folclor peruano. escribe: ROLANDO DONAYRE R. # #
PROFESIÓN SERIA
La orquesta del penal de Lurigancho la integran tres trompetistas, cuatro saxofonistas, cuatro percusionistas, una tuba y un bombo. Los instrumentos, un tanto viejos y oxidados, son propiedad del mismo penal, pero afinados con cariño suenan bien. “Muchos de mis compañeros quieren incursionar en la música y vivir de ello”, indica Luis Joaquín Serazo –el director del grupo–, para aclarar que la música no es un juego o pasatiempo, sino una profesión seria.
¿Cómo se amansa una fiera enorme, una que está compuesta por más de 10,000 reclusos?

Es posible que, en esta tarea, en algún momento se pierda la calma y los ánimos se caldeen. Sin embargo, desde hace más de diez años, la banda de músicos del penal de Lurigancho pone ritmo y melodía al servicio de la resocialización de internos.

El director del penal de Lurigancho, Alberto Gonzales Teves, tiene como su mejor aliado a este grupo, formado por 13 internos. Aquí, el orden y la disciplina se imponen no solo con agentes de seguridad y a punta de requisas; también la música hace lo suyo, tiene un efecto relajante y optimista. Es como un batacazo melódico a las mentes de los reclusos. Todos son dominados, eso sí, sin utilizar marrocas. Por todo ello, el director siempre cuenta con la colaboración de su banda. Aunque, pensándolo bien, él prefiere llamarla “orquesta”, y no “banda”, para evitar cualquier confusión.

“Aquí el delito queda detrás de la puerta, afuera, en la calle. Lo que nos interesa es la rehabilitación de las personas. Nuestro trato es siempre humano; para nosotros todos son iguales, aquí no tenemos bandas criminales”, manifiesta el funcionario.

Así las cosas, la orquesta de Lurigancho está presente en las actividades más importantes de la vida del penal –el más grande del país–, como las Fiestas Patrias con marcha de batallones, las procesiones del Señor de los Milagros y Santa Rosa de Lima, los pasacalles de salud antisida y VIH (con reparto de condones de por medio), los campeonatos de fulbito y las clausuras de año escolar, además de otras actividades de carácter cultural.

INTEGRANTES

Desde hace cuatro años, Luis Joaquín Serazo Flores (48) es el director de la banda… ¡disculpen, de la orquesta! Ingresó al penal con una sentencia de ocho y aún le quedan cuatro por cumplir. Eso es bueno y malo a la vez. Malo porque le falta mucho para reunirse con sus familiares. Bueno porque al menos tiene el puesto asegurado como cabeza de su equipo musical.

Hace poco sufrió una “pérdida”: de sus 17 compañeros, siete salieron en libertad. Casi se queda sin grupo. Ahora debe comenzar prácticamente de cero. Pero poco antes de Navidad llegaron tres “refuerzos”, entre ellos un trombonista que tiene pinta de Papá Noel y es el más escandaloso del grupo.

“Es muy difícil encontrar gente que llegue al penal sabiendo tocar instrumentos. Yo sí lo practicaba cuando estaba en la calle”, indica Luis Joaquín. Los ensayos son los martes, jueves y viernes por la tarde. Ser el encargado de la orquesta es un trabajo duro, confiesa. “Soy como un chasqui, voy de pabellón en pabellón con mi trompeta en la mano, solicitando el permiso de los psicólogos del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe) que tienen a mis compañeros en sus terapias grupales”, explica.

Hace poco, un agente del Inpe decidió apoyar a los reclusos y llevó su clarinete al recinto. ¿Quién dijo que solo con fuerza se controla a la gente? Por su buen ritmo, el celador se ha ganado el respeto de los internos de Lurigancho.

MELODÍAS Y PEDIDOS

Marineras como “La concheperla”, “San Miguel de Piura” y el “Sacachispas”, así como “Valicha”, “el Tren Macho” y los carnavales arequipeño y cajamarquino, son temas del folclor peruano que la orquesta interpreta a la perfección. Del norte, solo conocen el sanjuanito, pero si se lo piden con tiempo, no hay nada imposible para ellos.

Los pedidos son cosa común en un penal. Todas las sangres están representadas en Lurigancho y, por supuesto, un Huanuqueño, pasacalle del centro, o un Toro Toro de Ayacucho, siempre serán reclamados por el público “canero”. ¡Ah… y de Lima, reclamarán la rica salsa, temas de Toni Rosado y Marisol!

Desde el punto de vista del tratamiento penitenciario, la orquesta de músicos proporciona alegría no solo a sus integrantes, sino también a la población penal. La música los motiva porque se tocan temas de su tierra e, incluso, los internos se ponen a bailar, desahogan un mal momento o, simplemente, demuestran con orgullo su emoción y la añoranza de sus pueblos.

La orquesta tiene encantados a los reclusos y pone en sintonía a los 22 pabellones de Lurigancho. La letra que más suena es una que, aunque no está escrita, habla siempre de un cambio de vida, lejos del delito. ¡Y que viva la banda... perdón, la orquesta! Y que nadie se resienta.