El Peruano
año 108 // 3ª etapa // 576 // Viernes 1 de febrero de 2019
PROPUESTAS
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DIAZE... ¿PUNK?

Los punks limeños de los 80 se caracterizaron por su posición ‘antitodo’. Hoy el sectarismo es insostenible por la hiperconectividad. Esta es la historia de una banda punk que invitó a su concierto a una cantante de huainos. escribe: luis francisco palomino # #
Madrugada, año 2000. Una pandilla de punks sube por la avenida Arequipa, pegando afiches de su próximo concierto en paredes y postes. Los serenos miraflorinos se topan con ellos, los ‘intervienen’. Trifulca. De un momento a otro, los punks les tiran el engrudo y huyen a toda velocidad, satisfechos por las cuadras empapeladas. No imaginaban que…

“Al día siguiente, temprano, pasé por ahí y vi que había pósteres de Mar de Copas sobre los nuestros. Luego nos enteramos de que contrataban a un ‘pata’ que hacía esa chamba a las cuatro de la mañana”, se ríe Carlos García, cantante de Diazepunk, grupo peruano con más de dos décadas armando los pogos.

Las piezas escritas por García son intimistas, incluso románticas (¡los punks también se enamoran!)
COSAS NUEVAS

A pesar de ese lío con la autoridad, que pareciera una herencia de los ‘subtes’ ochenteros, Charly deslinda: aunque compartan la misma raíz, el género que hizo famosos a los Sex Pistols, las letras de Diazepunk no exhortan a destruir. Por el contrario, las piezas escritas por García son intimistas, incluso románticas (¡los punks también se enamoran!).

“En los 2000, mi generación vio la caída del fujimorismo, el derrumbe de la estructura corrupta. En la calle se sentía que la gente quería hacer cosas nuevas. Vimos oportunidades. Por eso nuestros discursos no fueron tan duros como el ‘subte’, que nació durante una represión violenta. En mi generación había otro espíritu. Podíamos hacer canciones de decepciones amorosas”, explica Charly.

Precisamente por su ligereza temática y melodías pop fueron ‘vetados’ en el último rezago de la cultura ‘subte’, el jirón Quilca, y los más puristas los acusaron de lucro y comenzaron a llamarlos ‘chiquipunks’: no lo suficientemente punks. Sin darle importancia a la segregación, los “diaze” buscaron su público, invitando vía e-mail a sus shows barranquinos y miraflorinos. Época de cadenas en Hotmail: “Si no compartes este concierto con diez personas, te caerá una maldición”. En paralelo, el grupo grabó una maqueta, y Charly sustrajo varios casetes de sus padres –clásicos de la balada setentera– para copiar encima sus composiciones. Los oyentes de esa primera producción del grupo afirman haber sido sorprendidos repentinamente por la voz de Nino Bravo.

Más adelante, internet facilitó la difusión de sus canciones mediante la descarga gratuita o la transferencia de archivos. Así, adolescentes posterrorismo, ignorantes de apagones y coches bomba, más preocupados por sus vínculos sentimentales, conectaron con los versos sensibleros de Charly justo cuando empezaba a hablarse de una “escena chiquipunk”, formada por 6 Voltios, LaForma, Terreviento y Rezaka. Así, “Diaze” cerró la década con tres álbumes en estudio y uno en vivo. En el 2007, Ciudad Indiferente fue escogido disco del año por la crítica especializada. Según Charly, la perseverancia explica su éxito.

“Los jóvenes de hoy quieren todo con rapidez. Hace poco conocí a unos chicos, me contaron que tocaban cumbia, pero me dijeron que antes tenían una banda rock. Invirtieron dos años y no funcionó como esperaban, por eso cambiaron. Entonces yo les pregunté: ‘¿Y cuántos años creen que deben dedicarle a la cumbia para hacerse conocidos?’. Lograr algo toma su tiempo”, indica.

INTEGRACIÓN

Por medio de YouTube y Spotify, Diazepunk acaba de publicar su cuarta placa discográfica, con un título iconoclasta que aumentará la aversión de los puristas recalcitrantes: Pop. La presentación oficial se realizó el pasado sábado, con un concierto. En el cartel de teloneros resaltó la presencia de Wendy Sulca, recordada por sus huainos infantiles, actualmente en coqueteos con la música latin. ¿Por qué una banda punk invitó a una cantante folclórica a su fiesta?

“Hoy hay festivales donde la gente poguea con Asmereir y llora con Amén. Hemos aprendido a reconocer el talento de otros músicos. Si ser punk es ser sectario, entonces no lo soy. Las diferencias de género son absurdas”, afirma Charly, quien padeció a los ortodoxos. Por ello piensa que lo más punk en el presente es el cuestionamiento de los discursos dictatoriales en el arte de los sonidos. Si el leitmotiv de los 80 era destruir lo intolerable, hoy es integrar, dar oportunidades a lo distinto. Y es muy saludable que estas iniciativas surjan del punk, una corriente históricamente ligada al estereotipo mohicano, casaca de cuero y botas militares, pero sobre todo a lo contracultural y antisocial. Acaso el mensaje es que los punks también pueden oír huainos y bailar salsa.

Ciertamente, en esta tierra que se caracteriza por su diversidad, la junta de todas las sangres, cantantes o instrumentistas, enriquecerá los shows y fortalecerá la escena más importante: la de los músicos peruanos.